Te doy lo que soy y lo que tengo.
Un jardín en flor en pleno invierno.
Unas manos vacías si no están en tu cuerpo.
Una boca sombría sin la tuya y la mía...sumergida en besos.
Un
año y algunas semanas antes.
Ella
duerme. Él la observa.
El
silencio reina en la habitación. Si acaso, solamente se puede
percibir la lluvia. Enérgica. Decidida. En
el interior, la luz tenue de la mesita de noche la ilumina con
suavidad. Es realmente preciosa. Y Álvaro lo sabe desde el
primer momento en que la vio.
Aroa
está acostada de lado en su cama, acaban de hacer el amor.
Solamente lleva puesto una camiseta suya. Le queda muy grande, pero
se había encaprichado en ponérsela y él no ha
podido negarse. Le cautiva fácilmente. Y lo sabe. Y le gusta.
Se
fija en su cuerpo como tantas veces lo ha hecho. Se la sabe de
memoria. Conoce a la perfección cada parte de su cuerpo.
La
camiseta deja enseñar un hombro y parte del pecho, sutilmente
excitante. Su mirada baja. Rápida. Atenta. Seducida. Está
invitada. Muestra libremente gran parte de sus muslos y se le
transparenta la ropa interior. Y recuerda lo sucedido. Sonríe. Él la acaricia delicadamente, con temor a que se despierte.
Tiene la piel caliente y suave. Está verdaderamente
provocativa.
Mira
su rostro. Le parece maravillosa. Se detiene en esos labios carnosos
tan deseables que esconden un valioso tesoro, su increíble
sonrisa.
Está
enamorado. Antes, Álvaro no podría haber tenido nada serio con nadie, a él no le interesaba ser el novio de una chica y prefería no comprometerse. Pero con Aroa todo había sido diferente. Poco a poco, la fue conociendo y ya
no puede vivir sin ella.
Y por un momento, tiene miedo. Terror. Y
siente que todo se rompe, que se fragmenta en pedazos de cristal que
arañan y cortan. Le hieren y sangra. Tiene miedo a despertar
de aquel sueño que están viviendo. De levantarse un día
y encontrarse solo. Como antes de que ella estuviera allí para
recomponer aquellas ilusiones que él creía inutilizadas
para siempre. No quiere sentir la zancadilla de la vida recordándole
que ya se ha ido, que no va estar más a su lado. Que el aroma
de su perfume no recorrerá más su cama y que sus
pequeños pies siempre fríos no van a refugiarse en sus
rodillas buscando calor como cada noche...Pero eso es imposible. Lo
que ellos tenían era un sueño y jamás sería
una pesadilla.
-Buenas
tardes, pequeña dormilona.
Ella,
algo aturdida, le mira. Acto y seguido, sonríe, maliciosa.
-Buenas
tardes, mi amor.
Él
se tumba a su lado y la abraza fuertemente. La da un beso suave,
tierno, enamorado. Con pasión, con cariño. Ella se
pierde en sus brazos y le besa con la misma ternura.
-¿Qué
has estado haciendo todo este tiempo? -pregunta preocupada ella,
mirando el reloj despertador.
-Pensaba
en lo feliz que soy a tu lado. Y sobretodo, en lo bien que haces el
amor...
Ella
enrojece débilmente y se tapa la cara con dulzura.
-No
seas bobo.
Un
silencio agradable. Él la abraza con cariño. Se
despreocupa. Está feliz a su lado y se siente ligero. Con
ella, se puede mostrar tal y como es.
Sin embargo, ella siente su corazón
acelerado e intranquilo. Y en su cabeza se debate la misma cuestión
una y otra vez. ¿Cuándo se lo dirá? No puede
esperar mucho más. Ahora es el momento.
-Tengo
mucho miedo.
-¿Miedo?-Álvaro
la estrecha más fuerte contra su pecho, reteniéndola.
-Sí.
-al decirlo, nota que se ahoga, que algo le oprime el pecho. Él
se da cuenta y le sonríe con cariño, intentando calmarla un poco.
-Cuéntame
por qué.
Se
siente nerviosa y no sabe qué contestar. No quiere hacerle daño, pero es inevitable. Le cuesta respirar.
Paralizada. Acorralada. Se esfuerza. Habla. Confiesa.
-Tengo
que decirte algo importante. Me marcho a Nueva York.
Y
roto el sueño, comienza la pesadilla.
♥♥♥
Presente.
Él. Ella. Dos miradas tan extrañamente conocidas
volviendo a encontrarse. ¿Casualidad? ¿O Destino?
Y
vuelven a estar los dos juntos, pero esta vez ya nada es como antes,
son otros los protagonistas y el guión ha cambiado.
A ella le
tiemblan las piernas. Paralizada, sin saber qué decir, se
dedica únicamente a mirarle sin asimilarlo aún. Físicamente, no ha
cambiado nada. Sigue igual de guapo, tal vez con el pelo y la
barba algo más largos.
Aroa
está muy tensa y él lo nota. La conoce demasiado bien. Álvaro la observa tranquilo.
-¿De
vuelta a Madrid?
-Sólo
estoy de visita. Para pasar el verano aquí.-contesta intentando tranquilizarse y procurando que él no note que le tiembla la voz.
Aroa
baja la vista deseando escapar de allí. Se siente incómoda
y no sabe qué decirle. En realidad, no sabe qué siente
en su interior. Su corazón le late velozmente y la cabeza le
da vueltas. Siente que la sangre le ha subido a las mejillas y está sonrojada.
Álvaro
se fija en la camiseta ancha que lleva Aroa y no puede evitar sonreír. Ella se da cuenta y se sonroja aún más, obligándose a
no mirarle su sonrisa. Intento fallido.
-Vaya.-Dice
mirándola directamente a los ojos.-Se ve que te siguen
gustando las camisetas anchas.
Un
maldito recuerdo más. Y otra sonrisa suya que la perseguirá
por el resto del día.
-Si,
ya lo sabes.-ella le contesta seca, reacia a mirarle a sus ojos azules.
Aroa
cuenta los segundos que faltan para llegar a la planta baja. Se le
está haciendo eterno y no quiere que él le haga ninguna
pregunta más. Se supone que ya lo tenía olvidado, ¿no? Entonces, ¿por qué volvía a hacerla recordar? Y
lo más importante...¿Por qué ella era incapaz de
reaccionar delante de él? Al fin, planta baja.
-Vaya. Ya hemos llegado. Ya nos veremos, Álvaro.
Aroa
intenta desaparecer rápidamente sin éxito. No hay
manera, Álvaro la retiene dulcemente agarrándole la
mano y obligándola a regresar a su lado.
-Espera, Aroa, por favor.
-¿Qué
quie....?
Álvaro
no puede esperar más tiempo. Ya no. Y decide dejar las
preguntas para luego. Ahora quiere besarla y que el tiempo se detenga
tal y como pasaba un año atrás.
¡Hola!
ResponderEliminarEste no es el tipo de historias que suelo leer, pero esta me está gustando mucho. Te expresas muy bien. Ya tienes una seguidora/lectora más.
Un beso,
Pensamientos De Adolescencia
Muchísimas gracias por tu apoyo. Me alegro de que te guste. Un besazo infinito <3
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