29.7.13

Capítulo 5. Un beso traidor

Si tú no estás:
Derramaré mis sueños si algún día no te tengo.
Pasearé en un cielo sin estrellas. 
Si tú no estás aquí, me quema el aire.


Aroa llega a casa. Está sola y es algo que agradece, su nerviosismo la impediría mantener una conversación lógica con alguien. Mira agónica su reloj de pulsera. Las seis y media pasadas. A las ocho Álvaro estaría esperándola en el parque y ella aún no ha decidido qué hacer. ¿Va o no va?
Por el momento, decide darse una ducha. Está tremendamente acalorada y el agua fresca la despejaría. O al menos, es lo que ella querría. Al terminar, se pone unos shorts blancos y una camiseta azul. Se mira al espejo. Intenta sonreír de manera que no parezca nerviosa. Imposible. Su mirada muestra alteración. Está realmente tensa.
Recoge todo y se tira en la cama. Respira hondo. Tranquila, Aroa, todo saldrá bien, se dice a sí misma. Lo único que tendría que hacer es presentarse, fingir indiferencia y terminar con todo de una vez por todas. Y dejar las cosas claras.
Todo sería muy fácil...si su estúpida sonrisa no fuera tan tentadora y sus peligrosos ojos azules no siguieran cada uno de sus movimientos...Aroa suspira con nerviosismo. Es algo fácil, intenta convencerse.
Son casi las ocho de la tarde. Aroa agarra su bandolera, mete lo básico dentro y sale por la puerta. Aún no están los padres de Lucía y ella tampoco ha llegado aún. ¿Le contará lo que le ha pasado? Sería mejor terminar con ello sin que nadie supiera nada, no quiere arriesgarse a que sus amigas se preocupen.
Es julio y el sol brila ocultándose en el horizonte. Aroa camina alterada hasta llegar al parque. Álvaro ya está allí. Está sentado en el respaldo de un banco y toquetea su móvil, distraído. El pulso de Aroa se dispara, pero ella intenta mostrar naturalidad.
-Hola.-Aroa le planta frente a él y a su mirada.
-Aroa, yo...-Álvaro ni siquiera levanta la mirada del suelo. Tampoco corresponde a su saludo. Sus ojos azules parecen tristes y sus labios tiemblan, intentando encontrar las palabras adecuadas. Suspira y al fin la mira, con agonía. Y ella, se desarma.-Lo siento. Muchísimo. Sé que no tenía que haberlo hecho. Como ya te he dicho, ni siquiera sé por qué lo hice.
Álvaro se detiene, esperando una reacción. Aroa enarca una ceja, algo sorprendida por sus palabras. Parece arrepentido. Y ella se siente más tranquila, como si se hubiera quitado un peso de encima.
-No...pasa nada, Álvaro.-Consigue articular. Y él dibuja una pequeña sonrisa melancólica que la obliga a sentirse algo cohibida. Aroa suspira, derrotada.
-Supongo que seremos amigos, ¿no?.-Álvaro esta vez sonríe más ampliamente y Aroa se pierde en su sonrisa, respirando hondo.
-Supongo que sí.
Aroa se mira los pies, algo incómoda. Se hace el silencio.
-Lo nuestro nunca ha sido un adiós.-La voz de Álvaro se torna de repente furiosa y su mirada azul la escruta con fiereza, con un brillo especial. Aroa no sabe de qué habla. Álvaro se levanta del respaldo del banco de un salto y sus labios quedan muy cerca. Peligrosamente cerca. Aroa siente como el aliento agitado de Álvaro le acaricia las mejillas sonrosadas y sus pulsaciones se disparan. Álvaro alza la voz, pero suelta cada palabra en un suspiro suplicante-¿Por qué me dejaste?
Aroa gira medio cuerpo apartándose de él. Otra vez, no. Otra vez el pasado, no.
-Ya te lo expliqué.-Aroa musita, con la mirada perdida en la lejanía.-Tenía que marcharme y no podíamos seguir estando juntos. La distancia cambia a las personas. Destroza relaciones. Y prefería que la nuestra terminara de la mejor manera posible. Ambos lo merecíamos.
Álvaro parece disgustado. Traga saliva y suspira, agotado.
-Tú no podías predecir lo que iba a suceder.
Aroa no puede más. Y aunque le duele, sabe que todo ha terminado ya y que su corazón no le pertenece a él. Y, con valentía, aguanta su mirada y escupe cada palabra.
-Lo triste es que lo sabía. Tú y yo no teníamos nada más que hacer juntos.
Álvaro no da crédito. Su mirada la busca, suplicante.
-No me parece justo. Nuestra relación no se merecía eso. Yo creí que nosotros podíamos luchar contra todo.
Aroa sacude la cabeza con tristeza. Sus ojos parecen brillar melancólicos.
-Lo siento, pero mi decisión fue esa y ya no va a cambiar.
Álvaro asiente, con los labios fruncidos.
-La respeto. Pero los dos sabemos que no es la correcta.
Un silencio tenso. En el que las miradas se alejan cada vez más y los corazones saben la verdad. Que nunca volverán a latir juntos. Álvaro decide darlo por zanjado. La quería demasiado, pero las cosas no serían como antes. Nunca. Y lo hecho, hecho está.
-Entonces...¿amigos?- Aroa le mira y él parece sonreír con sinceridad. Ella adora esa sonrisa pero, por fin, su corazón ha comprendido que no está hecho para él. Que Álvaro no está en su Destino. Aroa sonríe, convencida de que ese sería su último contacto.
-Amigos.
-¿Puedo darte un abrazo, Aroa?
Ella asiente, divertida. Y ambos se funden en un abrazo. Sus corazones se despiden para siempre. Y la escena queda grabada en la memoria de alguien cercano que los observa a lo lejos.
 ♥♥♥
                                                  
-Ya estoy en casa.-Lucía grita con entusiasmo y cierra la puerta con cuidado.
-Hola, cariño.-La madre de Lucía, una mujer joven la sonríe con afecto. Su sonrisa es encantadora y sus ojos azules que transmiten dulzura, combinan a la perfección con su pelo azabache.-¿Qué tal el tenis?
-Bien, bien...
Lucía prefiere no hablar de eso y se escabulle a su cuarto antes de que su madre se de cuenta de sus mejillas todavía sonrojadas. Como un autómata se encierra en su habitación y suspira profundamente, descolocada. Y sin poder evitarlo, todos los pensamientos giran en torno a él. Un chico del que ni siquiera sabe su nombre le ha pedido una cita. A lo mejor es la oportunidad que siempre ha estado esperando. A lo mejor es el adecuado. Aunque en realidad, para ella es solo un desconocido del que no sabe nada.
Está demasiado bueno, sí, pero no deja de ser un desconocido.
Falta un día para la cita. Y la curiosidad la mata por dentro. Tiene algo de miedo, pero no puede evitar soltar una estúpida sonrisita cuando recuerda su encuentro.
Con agilidad, se quita sus Nike azules y se calza sus cuñas blancas. Le quedan bien con su pitillo oscuro, pero se cambia la camiseta por una blusa blanca algo transparente. Se suelta el pelo, que se le ha rizado un poco y se lo coloca con los dedos. Suelta un suspiro, cansada. Aroa no está en casa. Tal vez ya haya salido y esté en el bar. Se encoge de hombros, indiferente. Aroa no se puede estar quieta. Mira la hora y decide ir marchándose.


-¿Y os acordáis cuando Vero se acercó a ese chico, pensando que era su novio y no era él? -Natalia habla emocionada, echaba de menos reunirse con sus amigas, al fin.
-Eso es culpa de mi miopía, eh.-Vero se intenta defender y pone un puchero con cara de inocente.
Todas se ríen, recordándolo. Sentadas en la mesa de siempre de su local favorito están las cuatro reunidas. Se miran, emocionadas y felices de tenerse cerca. Ha sido un año difícil. Aroa se fija en sus amigas. Son guapas y valientes. Se siente orgullosas de ellas. La noche transcurre con calma. Hablan de temas aleatorios sin importancia y se ponen al día. Vero por ahora está soltera y parece que no quiere estar con nadie y Lucía les ha contado su encuentro en los vestuarios con el misterioso chico.
-Alaa, morruda.-Vero está alucinada y la mira con cierta envidia sana.
-Tampoco sé qué hacer.
-¡Pues ir!-Todas gritan a la vez, con la misma idea en la cabeza.
-¿Qué puede salir mal?
-Sí, será divertido.
-Creo que olvidáis un pequeño, pequeñísimo detalle.-Lucía las mira, con tranquilidad. Todas esperan con impaciencia a que termine de hablar.-No le conozco. Ni siquiera sé su nombre.
-Si fueras a la cita, lo sabrás.-Vero la guiña un ojo y Lucía se encoje de hombros, insegura.-¿Y tú, Aroa, qué tal por Nueva York?-Vero la mira pícaramente y Aroa capta la intención de su pregunta.
-Tengo novio. Se llama Adrián y es un cielo.-Aroa sonríe, convencida.
Todas la miran orgullosas de ella. Saben lo mal que lo pasó. Natalia la mira con excesiva felicidad y Aroa no duda ni un instante en preguntarle.
-¿Y tú, Natalia?-Aroa la sonríe, invitándola a abrirse a las demás. Y por una vez, parece que su seguridad y confianza se vienen abajo. Enrojece y aparta la mirada, como si buscara algo. Se siente pequeña y lo ha hecho evidente ante todas.
De repente, alguien aparece al lado de Natalia. Ella gira la cabeza y rápidamente, es besada.
Y Aroa no sabe por qué siente una pequeña punzada de dolor en el pecho. Y sin saber por qué se siente extraña. Y, sin poder controlarlo, sus ojos se llenan de pequeñas lágrimas mientras frente a ella, Natalia es besada rítmicamente por Álvaro, que no se detiene.

4 comentarios:

  1. Dioooos que fuerte :o pobre Aroa aunque le haya dicho que no a Álvaro lo sigue queriendo y eso le a tenido que doler mucho.... Bueno espero el siguiente me encanta Jajjajja un beso!!!

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  2. Sí, la verdad es que la pobre no está teniendo mucha suerte :) Muchas gracias por comentar. Un besazo fuerte ^^

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  3. Espero que el terror y la impotencia aparezcan que sepas que eres muuy buena
    que sigas asi que seguro que llegas lejos besosss

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  4. Espero no decepcionarte. Muchísimas gracias y un gran beso infinito <3

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Cuéntame infinitos♥