16.9.13

Capítulo 11. La apuesta.

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El verano está pasando lentamente...
Todos los días hablo con Lucía, que está embobada desde que está con Aitor, su príncipe desconocido. Pero parece que él la trata bien y eso es lo que importa. Además, el otro día le conocí y es un cielo. Y con ella es encantador y no dejan de lanzarse miraditas de enamorados.
¿Juntos? Son demasiado perfectos.
Lo de Vero es paranoico. El otro día quedamos para ir al cine y nos contó su aventurilla con el tal Marcos. El de los ojos oscuros y peligrosos, como lo describe ella. Dice que se desmayó y que él le llevó a su casa. Y que después, con el tiempo, él cayó rendido ante sus encantos. En realidad, creo que ella está enamorada y le da miedo admitirlo. Veamos como les va juntos...
De Natalia hace tiempo que no sé nada. Estoy preocupada y la echo de menos, pero parece que nunca puede quedar con nosotras. Está demasiado extraña, aunque supongo que es feliz y quiere aprovechar el tiempo con Álvaro. Si de verdad se quieren....
¿Y qué hay de mí? Estoy feliz. Me gusta ver que mis amigas están bien y que este verano haya sido especial para todas. Pero a veces estoy triste y me siento sola.
Todavía pienso en lo sucedido con Adrián y me siento dolida. La vedad, no me imaginaba que podría hacerme esto...
De Álvaro ya no hay ni rastro. Acepto que esté con Natalia y me alegro por ello. Pero yo ya no vuelvo con él. Como ya dijimos, solo somos amigos.
Lo que sí que no comprendo es lo de Víctor. Cuando volvió a casa, tras aquella conversación, le di las gracias por el chocolate y me disculpé por habérselo cogido sin permiso, pero, ahora, él se comporta de una manera muy extraña y le noto muy distanciado de mí. También, he insistido para que me desvelara el contenido del maldito mensaje, pero se niega a contármelo...Me duele que sea tan frío conmigo y que casi no hablemos.
¿La verdad? Aunque me cueste admitirlo, le echo muchísimo de menos y me tiene descolocada. No sé a qué está jugando, pero me encantaría descubrirlo...
Aroa termina de escribir y se tumba en la cama. Cierra los ojos y sube la música.
Ay, Víctor. ¿Por qué complicas tanto las cosas?

♥♥♥

Lucía mira su reloj de pulsera. Parece que hoy también llega tarde. Aitor debe estar cansado de esperarla siempre. Esboza una gran sonrisa al pensar en él. Le hace demasiado feliz.
Al pasar delante de un banco en el que está sentado un chico, siente que la mira demasiado. Se empieza a encontrar incómoda y aligera el paso. El joven se levanta de un salto y se acerca a ella en dos zancadas. Es muy grande y su voz suena demasiado grave.
-¿Lucía? Eres tú, ¿verdad?
Lucía le mira con recelo y traga saliva.
-Perdona, ¿nos conocemos?
El chico suelta una sonora risotada y le mira. En sus ojos hay un brillo malicioso.
-Lo siento, soy un maleducado. Soy Arturo, el mejor amigo de Aitor.
Lucía alza una ceja y sonríe con incomodez.
-Nunca me ha hablado de ti, pero encantada, ¿quieres algo? Tengo algo de prisa.
-Supongo que ahora vas a quedar con Aitor, ¿no?-Lucía asiente, sin saber a qué juega. Arturo se acaricia el mentón.-Vaya, pensaba que ya se había terminado.
Lucía le mira, intrigada.
-¿Terminado? ¿A qué te refieres?
-Creo que hoy era el último día.-Alberto mira su reloj.-Sí, hoy se termina la apuesta que hicimos. Y es una pena, con lo mona que eres.
A Lucía le late el corazón con violencia y siente que se desfallece. Le falta el aliento y le cuesta tragar saliva.
-¿De qué...apuesta...hablas?-Suelta casi en susurros
-De la que hicimos respecto a ti. Hoy es el último día que tiene que estar contigo y todo habrá terminado.-Lucía no puede creerse lo que está escuchando. Se siente aturdida, con los sentidos desconectados.-Bueno, ahora él se enfadará por haberte dicho esto, pero, si quieres, puedes quedarte conmigo. Sin apuestas de por medio, eh, que yo soy más legal...
Pero Lucía ya no escucha nada. Ya está lejos. El cuerpo le falla y siente frío a pesar de estar a casi 40 grados. Un nudo en el estómago asciende hasta su garganta y las lágrimas acuden a sus ojos, impasibles.
¿Cómo ha sido capaz de hacerla algo así? Y ella, ¿cómo ha sido tan estúpida de creerle?


Aroa está dormida. Pero unos ojos la velan, la admiran y, por qué no decirlo, la desean. Él no puede evitar acariciarla la mano con dulzura. Le encanta el roce de su piel. Aroa abre los ojos e inspira hondo mientras se despierta. No puede creerse lo que ve. Víctor está sentado a su lado y le está acariciando.
-Ya era hora, dormilona.-Su voz dulce, aterciopelada, hace sonreír a Aroa.
-Ya era hora de que te dignaras a hablarme, ¿no?
Víctor agacha la cabeza y sonríe, concentrado en acariciarle el brazo.
-Lo siento mucho por todo. Lo cierto es que no tenía que haberte vuelto a hablar desde el mensaje.
Aroa explota.
-Déjate ya de estupideces. ¿Por qué es tan importante el maldito mensaje? ¿No puedes decirme lo que ponía y listo?
Víctor enmudece y un silencio se apodera de ellos.
-No es tan sencillo.-Susurra él, con tristeza.
-Tú lo complicas...-Aroa le mira directamente a los ojos y él detiene su caricia. Y se acerca más a ella con una mirada tan intensa que le deja sin aliento.
-Es posible.-Susurra Víctor demasiado cerca de Aroa.-Pero no es lo mismo. Entonces era entonces.
Víctor se aleja de Aroa en seguida y mira al suelo, distraído.
-Y ahora es ahora, ¿no?-Aroa se coloca sentada tras Víctor y le susurra al oído.-¿Entonces? ¿Cuál es nuestro problema?
Víctor se gira y sus miradas hablan a gritos. Están demasiado cerca. Él la empuja suavemente y Aroa termina tumbada totalmente. Víctor se acerca como una pantera hasta que le tiene delante. A milímetros.
-Eso quisiera saber yo...-Susurra Víctor mientras se acerca a sus labios.
Suena Cánt Help, de Parachute. Es el móvil de Aroa. Víctor se separa rápidamente y se sienta en la cama. Aroa mira el móvil con desesperación y espera que sea algo importante. Es Natalia, ¿que quiere ahora? Lo coge.
-¿Sí?
-Aroa.-Natalia responde entre sollozos.
-Dime.-Contesta preocupada Aroa.-¿Ha pasado algo?
-Es Álvaro...¿podemos vernos? Necesito hablar contigo.-Hace una pausa y Natalia sorbe por la nariz.-Por favor, Aroa. Te necesito. Estoy muy mal.
-Sí, claro. Ahora mismo voy a tu casa.
-No estoy en casa. Estoy en el parque.-Aroa se extraña, pero asiente.
-Ahora mismo voy.-Y cuelga, poniéndose de pie.
-¿Ha pasado algo?-Víctor la mira preocupado.
-No es nada, Natalia, que parece que le va mal con Álvaro y quiere verme...
-¿Puedo acompañarte?
-No, tranquilo, ya voy yo. Sólo es un momento.
-Por favor, Aroa.-Víctor le mira suplicante.-La verdad es que no me fío de esos dos.-Y menos después de aquel encuentro que tuvo con Álvaro, piensa Víctor enfurecido...
-No. Voy yo. Luego hablamos. Gracias por preocuparte, Víctor.-Aroa le regala una sonrisa poco convencida y sale por la puerta.

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