23.9.13

Capítulo 12. Otro engaño más.



Vero sonríe. Otra vez. Y vuelve a releer la última conversación que tuvo con él. Se siente estúpida y eso le preocupa. Nunca antes se había sentido así con nadie. ¿Qué tiene este chico que le hace tan especial? Y pensar que todo comenzó tras el beso que ella misma le robó cuando él le acompañó a su casa. Vero ya no soportaba más sentirse rechazada por él y se lanzó a besarle. Y el, se dejó besar, naturalmente. Lo recuerda perfectamente.
-¿Es esta tu casa?
Vero intentó responderle justo cuando estaba dando unos pasos, antes de tropezarse. Marcos, asustado, la agarró de la cintura con firmeza para evitar que se diera de bruces contra el suelo.
-Parece que te estoy llevando a casa tras una borrachera. Si yo tenía razón cuando te dije que eras torpe, ¿eh?-Vero le fulminó con la mirada y Marcos no consiguió reprimir una sonrisa divertida que se apoderaba de sus labios. Sonrisa que luego se transformó en risotada e hizo que Vero no pudiera evitar soltar una carcajada también y se tragara el orgullo. Y como dos estúpidos, comenzaron a reíse cada vez más alto. Al fin, Vero sonrió y le miró a sus ojos oscuros. Y entonces, pasó. Marcos comenzó a acariciarle la cintura hasta llegar a juguetear con su pelo. Y ella se derritió. Y él comenzó a besarle las mejillas.
-¿No decías que no querías nada conmigo?-Pregunta Vero, en pie de guerra.
-No mientras estuvieras inconsciente, aclaro.-Marcos susurra sonriente y se acerca a ella. Y Vero le besa, sin esperar su reacción. La sensación le recorrió el cuerpo entero. Y él se sentía inmóvil, atontado ante la espontaneidad de Vero. Ella es absolutamente cautivadora y Marcos ya se había fijado desde que la vio en aquella parada.
Presente. ¿Y ahora que ha conseguido lo que quería? ¿Qué hacer? Ya está con Marcos y es feliz. La trata bien y ella se siente a gusto con él. Entonces, ¿cuál es el problema?
El problema en sí es estar enamorada, piensa Vero. Y por idiota, voy a pasarlo mal...
Como todos los idiotas que se enamoran...

♥♥♥

Aitor espera contra una pared y, distraído, tamborilea el pie. Al fin Lucía ha conseguido llegar. Su cara es un poema. El maquillaje se ha deslizado hasta sus mejillas, donde se ha formado un remolino de color negro y sus ojos azules parecen descoloridos, teñidos de tristeza. En cuanto Aitor la ve, se acerca a ella corriendo.
-¿Qué te pasa? ¿Estás bien? ¿Por qué no respondiste a mis llamadas? Estaba preocupado...-Lucía agacha la cabeza y, cuando sus ojos se encuentran, él se descompone. Su expresión angustiada ablanda a Aitor. ¿Qué la sucede?
-Eres un desgraciado.-Susurra Lucía. Y, poco a poco, va alzando la voz hasta perder el control.-Preocuparte por mí hoy es importante, ¿verdad? Tu puto último día de apuesta. ¿Te ha resultado fácil, capullo? Yo, porque soy idiota y confío en desconocidos...
-Lucía, ¿de qué hablas?-Suena muy cariñoso. 
Aitor se acerca con cautela e intenta calmarla con extrema suavidad. Ella se aparta con violencia.
-Ni se te ocurra tocarme, pedazo de capullo. Ni hoy ni en tu vida. Ahora vete con otra que te lo ponga igual de fácil, pero yo ya no soy tu estúpida. Porque sabía que no podía confiar en ti. Tu puta apuesta tenía que joderlo todo.-Lucía sigue sollozando y se limpia las lágrimas con la mano, desconsolada.
-¿Qué apuesta?-La expresión de Aitor es indescriptible. Su cara está descompuesta y está totalmente desconcertado.-Cálmate, por favor.
-Yo no pierdo más mi tiempo contigo, idiota.-Lucía le mira a los ojos y escupe cada palabra con odio. Se gira con rapidez y hace un intento de marcharse. Aitor la atrapa por la cintura y ella se gira con rudeza. De inmediato, le pega una bofetada que él no espera y ella consigue marcharse lejos.
De él, de su engaño y de su inocencia por haberse enamorado de un desconocido. De lo que no consigue escapar es del dolor que se muestra en cada lágrima que arde en sus mejillas...



Aroa está llegando al parque donde supuestamente está Natalia. Camina ligera e intenta llegar lo antes posible. Está preocupada por ella. ¿Qué le habrá pasa pasado? ¿Le habrá hecho algo Álvaro? ¿Querrá vengarse de Natalia por haberle dejado? Aroa sacude la cabeza debido al rumbo de su pensamiento. En seguida la visualiza. Está sentada en un banco y parece que ha dejado de llorar. Aroa frunce el ceño y se acerca a ella con cautela.
-¿Natalia?-Aroa susurra, extrañada.
La joven le mira y sonríe, con una nota de malicia en sus ojos oscuros.
-Ven, Aroa.-Le dice invitándola a sentarse al lado de ella.
-¿Estás bien? ¿Te ha hecho algo Álvaro?-Suelta Aroa sin rodeos mientras se dirige a sentarse.
-Oh, Aroa.-Natalia suelta una carcajada irónica y Aroa la mira con curiosidad.-Si supieras lo bien que estoy...
-Pero, antes, por teléfono...-Aroa la mira ceñuda.
-No, tranquila, cielo. Estaba así para que vinieras con rapidez. No me gusta perder el tiempo, ¿sabes?-Natalia la mira sonriendo con maldad.
-¿De qué coño vas? ¿Qué te ha hecho, Natalia?-Aroa chasquea la lengua y la sonrisa de Natalia roza la paranoia.
-A mí no me ha hecho nada. Es a ti a la que te tiene como una estúpida detrás de él. Porque sé perfectamente que sigues enamorada. Pero no le busques, porque te las tendrás que ver conmigo, Aroa.
-Espera, espera. ¿Te crees que aún me gusta Álvaro? Estás demasiado equivocada, Natalia. Por mí, te lo quedas tú. Yo no quiero nada con él, ya ves tú.
Natalia suelta otra risotada y prosigue con su discurso.
-¿Sabes? Una ya se cansa de ser siempre la segundona. La fea, la rara. A la que nadie presta atención porque es muy tímida, porque nunca sonríe ni habla de nada. Yo ya me cansé de aguantarte a ti cerca de Álvaro. De que tuvieras que estar con el único que me prestaba atención y parecía importarle. Y claro, estuve demasiado tiempo ocultando lo que sentía por ti. Por los dos. Porque la niña estúpida no quería estorbar a la parejita perfecta...
-Natalia, yo...
-AHORA CÁLLATE.-Natalia grita y Aroa le mira desquiciada.-Estaba cansada de no hacer nada. Hasta que un día Álvaro me besó. Él aún estaba contigo.-Aroa la mira congelada y siente que arde de rabia. ¿Álvaro la engañó?-Simplemente te lo digo para que no pienses que él siempre ha estado a tu disposición. Si acaso, tú has sido su juguetito.
Aroa se levanta del banco como una autómata. Pretende marcharse sin más, pero Natalia se levanta con ella y la detiene, sujetándola la muñeca. De pronto, Aroa se gira y la empuja con violencia.
-Eres una envidiosa, Natalia. Te jode que nunca te haya querido a ti y ahora vienes a inventarte esa historia...-Aroa la mira con repulsión y arruga la nariz.-Me das asco.
A lo lejos, Álvaro viene corriendo. El que faltaba...
-Eh, Aroa. ¿De qué vas? Te he visto empujándola.
Natalia se levanta con rapidez y se cuelga de su brazo. Cambia la voz y hasta parece que empieza a llorar.
-Si, cielo. Cuéntale. Dile que es verdad que me besaste mientras tú aún estabas con ella.

Aroa se siente pequeña, vulnerable ante sus palabras que actúan hiriéndola aunque ella lo evite. ¿A qué viene revolver su pasado? La expresión de Aroa es indescriptible y su interior está hecho añicos, destrozada milímetro a milímetro. Arrollada, adolorida y rematada. No se podía pasar tantos malos ratos seguidos. Aroa traga saliva y suspira hondo. Tendrá que salir de allí evitando llorar.

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