4.11.13

Capítulo 18. Desaparecidos



Bien, al fin había terminado de hacer la maleta. Aroa suspira y se sienta en la cama. Mira el reloj del portátil. Sólo son las nueve de la mañana. No ha podido permanecer más en la cama y se había levantado para empezar a prepararlo todo. Claro que eso no hubiera sucedido si Víctor hubiera amanecido con ella, pero ese día no había sido así. Sus mejillas comienzan a arderle debido al rumbo de sus pensamientos y su mirada se pierde en la ventana, tratando de distraerse.Ya se está acabando agosto y ese sería su último en día en Madrid. Lo echará de menos, como siempre, pero volverá a Nueva York a seguir con su vida y no volverá más. Ya no. Pase lo que pase con Víctor, no está dispuesta a volver a pasar por situaciones comprometidas. Unos vagos golpecitos en la puerta sobresaltan a Aroa.
-Adelante.-Musita, volviendo a la realidad.
Un flequillo negro azabache y unos ojos azules se asoman por la puerta. Es la madre de Víctor, Carol.
-¿Se puede?-Esboza una gran sonrisa contagiosa y Aroa se la devuelve, encantada.
-Pasa, por favor.
Carol se acerca a la cama y se sienta junto a Aroa. La pasa un brazo por el hombro y la estrecha hacia sí. Aroa se deja hacer y se relaja escuchando los pausados latidos de su corazón. Para Aroa, ella es su segunda madre. Es una mujer tan alegre que inmediatamente llena de buen humor y tranquilidad a todo el mundo.
-Mi Aroa ya se marcha. Te vamos a echar de menos.-Le besa en la frente y Aroa sonríe totalmente sosegada.
-Y yo a vosotros. No sé cómo agradeceros todo lo que habéis echo por mí.
-Sabes que no me gusta que me den las gracias y que aquí siempre eres bienvenida.-Aroa sonríe. Esta mujer es encantadora.-Y ahora baja a desayunar, que he hecho tortitas y sé que te encantan.
Carol se pone de pie y le guiña un ojo a Aroa, que sonríe entusiasmada.
-En seguida bajo. Gracias, Carol.
-Haré como si no hubiera oído nada.
Aroa suelta una carcajada ante la mueca de la mujer y se pone de pie lentamente. Sale de su cuarto y repara en el inmenso silencio en que la casa está sumida. Automáticamente, se asoma a la habitación de Víctor. Nada. No hay nadie. La cama está extrañamente hecha y todo bien organizado. Está desconcertada. Con el ceño fruncido, se dirige a la habitación de Lucía. Tampoco hay nadie. ¿Dónde se habrán metido esta mañana?
-Carol, ¿sabes dónde están los chicos?
La mujer está llenando dos tazas de leche y se gira para mirarla. Ladea la cabeza un segundo como si estuviera pensando y poco después vuelve a sonreír, recuperando su expresión alegre habitual.
-Lo cierto es que acabo de levantarme y pensé que tú tampoco estabas aquí.-Saca unas cucharas de un cajón y las coloca con cuidado en la mesa.-Pero no tengo ni idea de dónde pueden estar.
Aroa agacha la cabeza, preocupada. Sólo espera verles antes de que se marche. No entiende por qué no están hoy. Carol parece reparar en su preocupación y la acaricia el pelo con infinita ternura.
-Tranquila, Aroa. Seguro que  vuelven en seguida. Tú no te preocupes y disfruta de tu último día, ¿vale?Aroa asiente poco convencida ante la amplia sonrisa de Carol y su mirada se pierde en el suelo de la cocina. Su último día. Se estremece sólo de pensarlo. ¿Qué pasará a partir de ahora? 
Y con ese pensamiento, se sienta en una silla, con unas ganas enormes de comer tortitas.

♥♥♥

Las manecillas del reloj parecen no querer avanzar. Son las cuatro de la tarde y aún no han aparecido ninguno de los dos. Aroa está tumbada en la cama, sin saber lo que hacer. Se ha arreglado y ya se ha vestido con los vaqueros oscuros y la camiseta blanca que tenía preparados.
La última hora se la ha pasado del espejo, al portátil y de nuevo a la cama, en todo momento con el móvil en la mano. Ha llamado muchas veces a ambos y no sabe nada de ninguno. De repente, recibe una llamada. Aroa tarda un segundo en responder, ni siquiera mira quién es.
-¿Si...?
-¡Aroa!-La voz de Lucía es un chillido ensordecedor.
-¿Se puede saber qué te pasa? ¿Por qué desapareces hoy dejándome aquí sola?
-Perdona, perdona. Sé que no me he comportado correctamente. He estado toda la mañana con Aitor.-Aroa sonríe poniendo los ojos en blanco aunque se alegra de que todo haya terminado bien entre ellos.- Perdóname, porfa, porfa.
-Tranquila, Lucía. Pero ven cuanto antes, por favor. Por cierto.-A Aroa le cambia la voz, se vuelve más dulce.-¿No estás con Víctor?
-¿Con Víctor? Ya te he dicho dónde he pasado la mañana.-Lucía suelta una risita.-No sé nada de él. ¿Por qué? ¿Ya lo echas de menos?
Aroa enrojece. Su relación es más que evidente y a Lucía no se le ha pasado por alto.
-Estás siendo tan irritante como Vero.-Aroa sacude la cabeza bromeando y cambia de tema.-Oye, ¿qué sabes de Vero?
-Deberías llamarla. He hablado antes con ella y me ha dicho que vendría al aeropuerto a despedirse de ti, pero ha tenido problemas con “el de los ojos oscuros”-Lucía se ríe al imitar a Vero, pero se recompone al segundo.-Fuera bromas, está echa polvo.
-Joder. Ahora la llamo. Y tú ven ya.
-Mira, yo ya estoy en el aeropuerto. La casa de Aitor está aquí mismo así que no he tardado nada en venir. Mamá te traerá con papá. Ahora nos vemos, cielo. Muaaa.
Aroa mira su móvil. Está boquiabierta, Lucía la ha colgado. Es increíble cómo ha cambiado desde que está con Aitor. Está más despierta y se la ve más feliz. Sonríe. Está contenta de que todo le haya salido bien. Marca el número de Vero. ¿Qué le habrá hecho Marcos? Suspira profundamente al pensar eso. ¿Y a ella? ¿Qué le habrá hecho Víctor? ¿Y dónde se habrá metido ese día que tanto lo necesitaba?

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